POR: HORACIO BRIEVA MARIANO.
Revelada la encuesta de Barranquilla Cómo Vamos 2014, quiero detenerme en los temas de participación ciudadana y transparencia. La dramática conclusión es que no hay avances significativos ni en lo uno ni en lo otro.
Una de las gráficas lo dice todo: muestra que sólo el 44% de los barranquilleros manifiesta formar o haber formado parte de una organización. Y de ese 44%, el 25% está nucleado en estructuras religiosas (iglesias de distinto signo), en tanto que otras formas organizativas, como los partidos políticos, los sindicatos y las veedurías, representan, cada una, un lánguido 1%. Las redes sociales y las asociaciones deportivas, con un 6% cada una, movilizan más ciudadanía pero escoltan, de lejos, a las iglesias.
A partir de estas cifras muy dicientes yo pensaría que el Gobierno Distrital debe plantearse un trabajo con estas iglesias dirigido a vincularlas al esfuerzo de promoción de una ética cívica que mejore la corresponsabilidad y el comportamiento de la ciudadanía, pues podría estar ocurriendo lo que decía jocosamente un cura: que una cosa es manejar con sotana y otra sin esta. Traduce esto que estaríamos llenos de magníficos cristianos pero de malos ciudadanos que no son solidarios, que no respetan a los discapacitados, a los vecinos, a los LGBTI, que ejercen la violencia en el hogar, que no acatan las normas de tránsito, que destruyen los bienes públicos, que arrojan la basura a los arroyos y a las calles, que sacan los perros a los parques a excretar. En fin. Desde luego, tiene que haber, al mismo tiempo, un crecimiento de todas las formas de organización de la sociedad civil que hoy son extremadamente débiles.
En transparencia, la rajada es también alarmante. El 76% de los barranquilleros cree que la corrupción no ha disminuido. Sin embargo, la medicación la tenemos a la mano: hay que apostarle al presupuesto participativo –a partir de una decisión política democrática que supere las ambigüedades y límites normativos de la Ley 1551– y hacer la rendición de cuentas como debe ser: no un show mediático para que aplaudan los empleados de la Alcaldía y las barras amaestradas. Si potenciamos estos canales democráticos, estoy completamente seguro de que comenzarán a bajar los persistentes y altos niveles de sospecha y desconfianza que revela la encuesta de Barranquilla Cómo Vamos.
Si a la construcción del presupuesto, incluidos en este los Fondos de Desarrollo de las cinco Localidades, vinculamos a las comunidades, superando el prejuicio tecnocrático de que este tema sólo lo entienden los especialistas, y si la rendición de cuentas la convertimos en un ejercicio de doble vía, con información veraz y completa, y si la hacemos también de manera sectorial y con expertos a bordo, la percepción ciudadana empezará a arrojar indicadores positivos. Pero para que este milagro democrático llegue a ocurrir en Barranquilla, se necesita un cambio radical en el modelo de gobierno. Este tiene que ser un tema de la campaña electoral 2015. Sin duda.
Posdata: Esta serie sobre la ciudad la reanudaré el miércoles 14 de enero.
@HoracioBrieva