De unos años para acá, Barranquilla vive una explosión inmobiliaria. Edificios y centros comerciales se construyen por doquier. No recuerdo que esto tenga antecedentes en el pasado reciente. Vivimos un llamativo hervor de la arquitectura. Hay quienes dicen que parecemos una ciudad en construcción. Una respetable voz empresarial me decía un día que la ciudad –llena de grúas de construcción– se parecía a Beijing, la capital china. A los barranquilleros de a pie este boom maravilloso les despierta el orgullo, pues ante sus ojos está surgiendo una nueva ciudad que contrasta con lo que había.
Los gobernantes locales de los últimos ocho años han sabido capitalizar políticamente este apogeo. Pregonan que la ciudad está volando y que nos hemos convertido, de la noche a la mañana, en la capital colombiana que más florece.
Pero, creo que hay preguntas que no nos estamos haciendo en público en torno a este inusitado desarrollo inmobiliario. Por ejemplo, si este boom edificador, que marcha a gran velocidad, guarda alguna correspondencia con nuestro crecimiento económico. Un vistazo al tema indica que, evidentemente, no hay mucha concordancia entre esta fiebre constructora que se ha tomado a Barranquilla y la dinámica económica. Por el contrario, en el último año ha habido un aumento del desempleo.
Es cierto que han llegado algunas empresas, que han surgido algunas zonas francas en el área metropolitana, y que nos hemos colmado de bodegas, pero no estamos en presencia de un incremento exponencial de la industria en general, de la cual solo un puñado califica en el grado de cierta complejidad. Y si la ciudad no es industrial, ¿dónde está la agitación comercial que genere los flujos para construir y adquirir los bienes? Sería bueno que Camacol le contara a la ciudad cómo se está produciendo y consumiendo en Barranquilla en el sector de la construcción.
La inquietud parece ser válida porque Barranquilla no es paraíso fiscal ni tiene bolsa de valores, espacios en los que especulan los inversionistas. Tampoco aparece con frecuencia la ciudad en la agenda de Procolombia, ni aún hemos terminado el Centro de Eventos. Y, como hemos dicho, el desempleo ha repuntado. ¿De dónde, entonces, provienen esos capitales? Los centros locales de investigación económica deberían explicarnos a los ignorantes qué es exactamente lo que está ocurriendo. ¿Por qué hay tanta grúa en la ciudad? También deberían investigarse los ruidos que se oyen en algunos sectores de que se están comprando manzanas enteras con ofertas jugosas.
No se trata de poner en marcha una cacería de brujas ni de satanizar a nadie. Pero convendría que se investigara si el desarrollo inmobiliario y el crecimiento económico de Barranquilla están viajando a la misma velocidad. Toda inversión será bienvenida, siempre y cuando se enmarque dentro de la legalidad.
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