A Amylkar Acosta le pasó –cuando fue ministro de Minas y Energía– lo que a los malos médicos. Ante la incapacidad de Electricaribe de prestar un buen servicio, dijo que la había enviado a ‘cuidados intensivos’, pero que luego, gracias a su intervención, la bajó ‘a piso’, es decir, a área de recuperación. Su tratamiento falló. Pues su paciente está que se muere y se escuchan voces pidiendo su eutanasia, por hallarse en fase terminal, pero él insiste, ahora con otra ‘receta’, en mantenerlo vivo, así sea como un vegetal, mientras otro operador hereda su responsabilidad de prestar el servicio.
Amylkar propone el ingreso de un nuevo operador mediante el pago de un canon de arrendamiento por la infraestructura de Electricaribe, cuyo “monto de renta –dice– deberá reconocer los pasivos existentes, (los) contingentes del modelo actual, más una rentabilidad racional para el dueño del activo”. Es decir: Electricaribe no se iría y quedaría rentando por sus activos. Con el pago de ese canon, aparte de las inversiones a que estaría obligado el nuevo operador, se cubrirían las obligaciones de Electricaribe con los bancos, pensionados y proveedores de energía, además de un margen de ganancia para el dueño de los activos. Y como en las leyes del mercado capitalista nadie trabaja gratis, el nuevo operador nos trasladaría los cargos a través de la tarifa y tendríamos un kilovatio hora mucho más caro. Eso significa menos competitividad y afectación de los bolsillos de los hogares.
La propuesta contempla recuperar a los usuarios del mercado no regulado, como las grandes empresas, pero esto es imposible con una tarifa más alta. Se parece a otra propuesta que anda por ahí, la cual ruega a las industrias y comercios grandes que hagan la obra de caridad de retornar a Electricaribe, como si el capitalismo funcionara con la lógica de sacrificar ganancias incrementando costos de operación.
Hay que abonarle al exministro ‘socialdemócrata’, sin embargo, que ahora sí habla de cambio de operador. La fuerza de los hechos lo ha arrastrado a esta postura. Más radical ha sido el representante y presidente del Partido Conservador, David Barguil, quien ha mostrado mayor independencia respecto a Gas Natural Fenosa. Raro en un país plagado de altos burócratas que actúan como comisionistas al servicio de las multinacionales, en la venta de empresas y servicios estratégicos, en la expedición de licencias ambientales sin el lleno de requisitos, en el desvío de ríos para la explotación minera y en la entrega de concesiones leoninas.
Amylkar admite que este es un problema estructural, pero su medicación no ataca el cáncer en su complejidad. Recomienda solo morfina, que prolongaría la agonía y saldría costosa. Cuando lo de fondo es que el Estado recupere un bien estratégico, como la energía eléctrica, y lo concesione sin perder el control.
Deja una respuesta