La robadera de celulares: cipote negocio

Dos hechos volvieron a disparar la sensación de inseguridad en Barranquilla. El abominable homicidio de Angello Alzamora y el asalto a una casa frente a la del alcalde Alejandro Char, en el barrio El Golf.  La muerte de Angello originó, el mismo día del funeral, una emotiva concentración de jóvenes amigos y familiares en las escalinatas de la Catedral Metropolitana.

Son manifestaciones incipientes de rompimiento con el miedo que debemos animar, pues la seguridad no es un asunto que competa exclusivamente a las autoridades policivas, militares, judiciales y civiles: depende también, y muchísimo, de que la ciudadanía se tome los espacios públicos y haga retroceder a los delincuentes. Igual debe pasar en la lucha contra la corrupción: su derrota será posible con una ciudadanía movilizada.

Por eso quiero resaltar la reciente marcha de antorchas que varias organizaciones sociales realizaron en la ciudad. Inseguridad y corrupción son dos úlceras peligrosas que exigen la acción contundente de una ciudadanía participante. No puede ser que las únicas motivaciones que nos lancen multitudinariamente a las calles sean el Junior y el Carnaval, dos pasiones que están en el centro de la genética barranquillera y de las cuales obviamente nos sentimos orgullosos. Luchar por una ciudad segura y sin corrupción es una bandera que tenemos que enarbolar con firmeza y entusiasmo los barranquilleros.

La noche que encendimos velas en la Catedral, en homenaje a Angello, dirigió unas palabras a los concurrentes la madre de José David Montoya Villeros, quien, como el joven realizador audiovisual, fue asesinado cuando le robaban un celular. Han pasado dos años desde aquel funesto del 18 de octubre de 2015 y el crimen sigue impune. Tanto Angello como José David fueron víctimas del robo callejero de celulares, una modalidad delictiva muy extendida en Colombia, y, por supuesto, en Barranquilla, porque alrededor de esta se mueve un gigantesco y lucrativo negocio.

Según el Observatorio de Justicia al Sistema Penal Acusatorio de la Gobernación y Protransparencia, entre 2010 y 2016 en el Atlántico hubo 19.676 hurtos de celulares, de los cuales 14.960 sucedieron en Barranquilla, lo que representa  el 76% de esos robos.

Hagamos este cálculo: si los celulares robados –mal vendidos– se negocian a $300.000, una multiplicación por el número de estos hurtos en el Atlántico daría unos $5.902 millones entre 2010 y 2016. Es decir, casi 2 millones de dólares. ¿Entienden ahora el porqué de la robadera de celulares?

En el mismo periodo citado ocurrieron 8 homicidios asociados al hurto de celulares. Significa que los atracadores no siempre matan por un celular, pero la probabilidad es una fatal lotería. Esta vez le tocó a Angello. Antes a José David. Un par de muchachos nobles y trabajadores. Las bestias que les arrebataron la vida no saben el colosal sufrimiento que han causado a sus familias.

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