Son amigos desde niños, proceden del mismo círculo social alto, pertenecen al mismo proyecto político, y ambos han escalado en la institucionalidad pública con el impulso de los Char.
Pero hay notorias diferencias entre Elsa Noguera y Jaime Pumarejo. Desde la campaña fueron visibles las demarcaciones. Operaron con equipos distintos, en sedes distintas y hasta se posesionaron en lugares distintos, en contraste con la posesión conjunta de Elsa y José Antonio Segebre en 2012 en la Plaza San Nicolás.
Desde luego, no se trata de que haya un rompimiento de la amistad. Es decir, tampoco son el agua y el aceite, ni mucho menos caería yo en la diferenciación maniquea entre Elsa la buena y Pumarejo el malo.
Pero sí hay en los dos gobernantes discursos diferenciados. No sé si el grueso de los ciudadanos lo percibirá. Pumarejo es el optimismo imparable y Elsa el realismo sin adornos.
Veámoslo. Pumarejo, en un momento de desplome de la economía mundial, nacional y distrital, y de abrupta caída del PIB y de las finanzas públicas, ha divulgado un paquete de grandes proyectos de su plan de desarrollo por más de $5 billones, que, según él, ayudarán a la ciudad a crecer a un 8%. Las licitaciones se harán este año, de acuerdo con lo conocido. Elsa, en cambio, ha informado que los recaudos de la Gobernación se bajaron entre marzo y julio, que se dejaron de recibir $116.000 millones, y que priorizará las inversiones de su plan de desarrollo.
Como vemos, el discurso de Pumarejo proyecta la sensación de que no ha pasado nada, que la pandemia fue un huracán que no nos quitó ni una teja y que tenemos suficientes recursos para las obras que ha anunciado. Mientras que Elsa enfatiza en apretarse el cinturón y redujo el cupo de endeudamiento del cuatrienio de $802.000 a $510.000 millones.
Para mí, los gobernantes siempre deberían decir la verdad por muy lacerante que sea. Con esa premisa, siento más confianza en la fruncida preocupación fiscal de la gobernadora que en la triunfalista retahíla de colosales proyectos del alcalde.
También frente al diálogo público, la actitud de ellos ha sido diferente. Desde mediados de abril, en medio del encierro obligatorio, Elsa facilitó una Mesa Ciudadana, que incluso validó con un decreto, y ha presidido muchas de sus largas jornadas temáticas sin declinaciones en su interés. Pumarejo, por el contrario, da la impresión de que le basta oír a los inteligentes jóvenes tecnócratas que le rodean, aunque debo reconocer que accedió a estar en una de estas mesas y luego ha permitido la participación de algunos funcionarios en tres de las numerosas mesas virtuales que hemos realizado hasta hoy.
Algunos piensan que un factor de ansiedad en Pumarejo es el referente de elevada popularidad de Alejandro Char, pero en las encuestas tampoco va a mejorar empleando espejismos. Ni pareciéndose a su carismático antecesor.
@HoracioBrieva