En su desaforado afán de profundizar la polarización y ganar en 2022, Petro y los petristas han hecho la afirmación de que el centro en política no existe como si en esa actividad el tema se redujera a los extremos izquierda y derecha. Petro dice que el centro es “asexuado” e “inexistente”. Pero ese centro le ganó en Bogotá en la primera vuelta presidencial de 2018, le ayudó a obtener unos 8 millones de votos en la segunda vuelta y le ganó la alcaldía de la capital.
La historia ha mostrado que quienes se sitúan en la intransigencia sectaria tratan de bloquear al centro. Por ejemplo, para Lenin y sobre todo para Stalin, totalitarios por convicción, el centrismo era una corriente detestable porque no compartía sus tesis.
Centristas excomulgados fueron Trotski, Kautsky, Zinóviev y Kámenev. Stalin, por ejemplo, en ‘Cuestiones del leninismo’, fulmina a Kautsky solo porque se atrevió a sostener que la teoría leninista no era aplicable en los países capitalistas desarrollados. Por decir esa irrefutable verdad, el “centrista” y “renegado” Kautsky salió de los afectos del bolchevismo. Así razonan y actúan los extremistas en política.
La III Internacional Comunista, creada por los leninistas en oposición a la II Internacional, surgió porque se consideraba a ésta como “blandengue” y “colaboracionista” con el capitalismo, es decir, “tibia”, como denominan los petristas toda postura moderada.
En el movimiento marxista mundial, el centro o el centrismo era una tendencia situada entre las corrientes reformistas y revolucionarias que no les caía bien a los comunistas radicales, encabezados por los leninistas, para quienes todo aquel que planteaba la transición pacífica del capitalismo al socialismo, prescindiendo de la revolución violenta y la dictadura del proletariado, era un traidor ideológico. Y seguramente un miserable merecedor de la horca o el fusilamiento.
La historia de los partidos de izquierda en Colombia y el mundo tiene mucho de persecución contra los discrepantes. En China, no fue fácil para Deng Xiaoping imponer su liderazgo transformador. Los extremistas del Partido Comunista lo llegaron a ver como un “derechista” restaurador del capitalismo. Al final, ganó su pragmatismo inteligente.
En su maniqueo reduccionismo, los petristas sienten que ellos son los alternativos, esto es, la encarnación del cambio, la democracia y la felicidad del pueblo colombiano. Los demás alternativos que no piensan igual son de derecha y “caballos de Troya del uribismo”. A ese nivel de deplorable estolidez ha llegado el petrismo.
El exuribista y exsantista senador Armando Benedetti, que dice ser alérgico a acatar jefaturas, ha ingresado a una montonera intolerante capitaneada por un líder ególatra. Claro: Petro no tiene la notoriedad universal de Stalin. Ni cultiva el varonil bigote del déspota ruso: en esto él es un poco “asexuado”.
@HoracioBrieva

Deja una respuesta