“Al día siguiente de mi posesión, convocaré una Asamblea Constituyente para las reformas que el país requiere”. Este fue el anuncio de Gustavo Petro que más aplausos levantó en el foro de candidatos del viernes 26 de enero en el Hotel El Prado, convocado por la Tertulia Juntos Llegamos.
Tal vez fui uno de los pocos que pensó, en ese instante, que se trataba de una propuesta políticamente imprudente, pues les daba a sus enemigos un magnífico insumo para agrandarle el remoquete de castro-chavista y autoritario, dada la desagradable sensación que en Colombia había dejado la Constituyente de Nicolás Maduro, quien de forma arbitraria le pasó por encima a la Asamblea Nacional, destrozando el equilibrio de poderes en Venezuela.
Comprendí, sin embargo, que en ese momento era muy difícil que Petro se bajara de esa idea. Solo ha venido a hacerlo después de la primera vuelta por efecto de los condicionamientos de la Alianza Verde para respaldarlo, y que fueron ratificados en la ceremonia de adhesión de Antanas Mockus y Claudia López. Dice Petro que lo convencieron los resultados del 11 de marzo que mejoraron la representación parlamentaria de los sectores alternativos, la cual –en términos cualitativos– crecerá con él y Ángela María Robledo si no consiguen ser elegidos.
El candidato de la Colombia Humana y los aliados verdes se esmeraron también en dejar sin piso una de las mayores mentiras propaladas por los enemigos de Petro: que expropiaría taxis y casas. Eso es absurdo. Cuando se hace un juicioso contexto de sus propuestas se concluye que estas se nutren del ideario liberal, de postulados de la socialdemocracia, de teóricos progresistas y de centros de pensamiento internacional. Por tanto, no hay nada de comunista ni de socialista en las tesis petristas y las precisiones acordadas con los voceros políticos del centro deberían dejar las cosas bien claritas. Ahora hay que esperar que las franjas del electorado que han recelado de Petro salgan del engaño.
Por su parte, Iván Duque ha redoblado el esfuerzo para disipar el temor de que en un gobierno suyo se haría ‘trizas’ el acuerdo de paz y volveríamos a la balacera.
Estos giros tienen, como se ha dicho, una explicación: los 4.500.000 votos del centro que han presionado la suavización de las posturas más radicales en las candidaturas que dirimen este domingo quién gobernará en el próximo cuatrienio.
Hay gente que pensaba que el centro no existía. Y que en política solo hay izquierda y derecha. Eso se lo escuché inclusive a gente que apoyó a Sergio Fajardo. Pero lo más extravagante me lo dijo un seguidor de Duque. Según él, Álvaro Uribe es de ‘centro-izquierda’ porque en el proyecto político del expresidente han aterrizado Angelino Garzón, Everth Bustamente, Rosemberg Pabón y Carlos Alonso Lucio.
Esta es Colombia, habría dicho Jaime Bateman.
@HoracioBrieva

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