Pregunté a unos amigos a la hora del almuerzo antes de que trajeran la sopa: ¿Quién es más peligroso: Emilio Tapia o ‘Tommy Masacre’ o ‘La Máquina del Mal’ (a quien abatieron días después) o el ‘Negro Ober’? Al unísono contestaron: “Emilio Tapia”.
Señalaron que las acciones de un delincuente de cuello blanco como Tapia, que ha tenido oportunidades en la vida, lesiona gravemente a centenares de miles de escolares, mientras que los actos de los delincuentes de origen popular – aunque abominables – tienen una escala de daño menor cuando solo golpean a algunos particulares. “Esto no es apología del delito, ni justifica a los criminales de estratos bajos”, subrayaron.
Lo cierto es que en Colombia, como en casi todo, hay diferencias clasistas entre los delincuentes. Los de estratos altos suelen eludir las órdenes de captura con internaciones en clínicas privadas porque se les subió la presión o les dio un desmayo. Usan los preacuerdos y las negociaciones que permite el Sistema Penal Acusatorio para las rebajas de penas. Procuran que se les reemplace la cárcel por la detención en casa o en guarnición militar. Y si inevitablemente van a una cárcel consiguen sobrellevar la pena con celulares, televisores, neveras bien proveídas y hasta les consienten el ingreso de licores finos, mujeres pagadas y grupos musicales.
A los delincuentes de estratos bajos, en cambio, les esperan el hacinamiento y las vejaciones en unas abarrotadas prisiones que son la negación absoluta de la resocialización. Y si no son capturados ni se entregan a la justicia tienen que esconderse como roedores en sus madrigueras con la implicación de que en algún momento los ubican y el desenlace puede ser la muerte en una refriega armada con la Policía.
Entendiendo que los preacuerdos y las negociaciones son un medio para agilizar los procesos penales, lo que la sociedad desearía – en el caso de Tapia – es que cante todo lo que sabe sobre el billonario contrato con el Mintic.
A Tapia por el carrusel de la contratación en Bogotá le rebajaron la pena a menos de la mitad y le concedieron detención domiciliaria. Pero siguió delinquiendo. Desde Barranquilla. Por quebrantar la domiciliaria se la han quitado y por la nueva investigación lo enviaron a La Picota. ¡Excelente!
Tapia, por supuesto, tiene derecho a la defensa. Y la Fiscalía tendrá que presentar sólidas pruebas para que en un juicio se determine su condena o absolución por el tema Mintic. Seguramente hará preacuerdos y negociaciones, cuya finalidad es humanizar la justicia penal, pero a los malhechores peligrosos hay que castigarlos también con severidad.
A Tapia los medios de comunicación lo llaman casi reverentemente empresario y no se le conoce un alias como a los delincuentes de clase baja. Es que él es un ‘blanco’ como recuerdo llamaban los campesinos sabaneros a los ricos. ¿Aún persiste ese rezago feudal?
@HoracioBrieva