Ya son cosa del pasado las épocas en que los liberales y conservadores iban a horas distintas a las misas católicas, mientras en los campos de batalla se levantaban a plomo.
Los partidos políticos de hoy, sin embargo, no es que sean mejores a los que inspiraron a Gabriel García Márquez en Cien años de soledad.
El Partido Liberal es una colcha de retazos y su jefe está más pendiente de los puestos que de las necesidades del país.
El Partido Conservador escoge a dedo un candidato presidencial sin posibilidades reales.
En el Centro Democrático Álvaro Uribe ejerce una presidencia omnímoda que ni siquiera Mao ostentó, creo, en el Partido Comunista de China.
La Colombia Humana es un partido gobernado por un caudillo infalible que traza la política y define las alianzas.
Cambio Radical no es un partido de cambio y menos radical.
La Alianza Verde solo tiene de verde el nombre y en esta coyuntura mostró que no es un partido disciplinado al distribuir sus cariños presidenciales entre dos opciones. Poliamor llaman a eso.
El Partido de la U nació para apoyar la reelección de Uribe, es decir, que su motivación fue la mermelada del poder presidencial no el propósito de renovar la política.
El Nuevo Liberalismo redivivo no tiene nada de nuevo y solo lo fue cuando lo lideraron Luis Carlos Galán Sarmiento y Rodrigo Lara Bonilla.
La ASI dejó de ser un partido indígena cuando empezó a avalar rubios de ascendencia europea como Antanas Mockus.
A Ingrid Betancourt le restituyeron la personería jurídica de Verde Oxígeno, pero prácticamente es un partido de una sola dirigente que ha residido en París en los últimos años. Tendrá que dejar su comodidad francesa para volver a los ásperos trajines electorales colombianos.
Lo que quedó del Polo Democrático, tras la escisión de Dignidad, el partido de Jorge Enrique Robledo, ha convocado su V Congreso Nacional y sus delegados se escogieron con el voto de los ciudadanos que desearon participar. No hay militancia carnetizada.
Sergio Fajardo tiene veinte años en la política, pero Compromiso Ciudadano carece de personería jurídica y no tiene bancada en el Congreso.
Como ven, no tenemos partidos organizados, coherentes, con profundo arraigo ciudadano y democracia interna. Los que hay giran en torno a los personalismos o a las malas prácticas. O padecen ambas taras. Increíblemente, a nuestra democracia la colocan como ejemplo ante el mundo.
Cambiar la política es el mayor reto de este país. Porque si la política funcionara bien, funcionarían mejor las instituciones del Estado. Y se cumplirían la Constitución y las leyes. Cambiar la forma de hacer política sería cambiar la historia de Colombia.
@HoracioBrieva