UN ACUERDO POR UNA BARRANQUILLA VERDE

En incremento de espacios verdes hay mucho por hacer. Si queremos que los barranquilleros lleguen a disfrutar de centenares de hectáreas de zonas verdes tendremos que mirar qué hacemos. Hay que revisar el plan de arborización del billón de pesos. ¿Cómo va eso? Debemos corregir torpezas como la pésima intervención realizada en el Jardín Botánico. Hay que ver también qué decidimos con las basuras. Una ciudad limpia es una tarea gigante por cumplir.

En la narrativa de ciudad se ha subrayado que Barranquilla es hoy ejemplo ecológico mundial en arborización y parques, y hasta se han exhibido algunos premios internacionales que se resaltan con cierta vanidad. Sin negar los avances, sugiero no caer en provincianas hipérboles.

Barranquilla tiene enormes desafíos medio-ambientales. Las ciudades admirables en respeto a los recursos naturales han hecho pactos, planes y programas para lograr sus objetivos. Por eso han concedido amplios espacios a parques y zonas verdes y han promovido los medios de transporte que contribuyen a disminuir las emisiones de gases a la atmósfera.

Copenhague, la capital de Dinamarca, dispone de más de 2.200 hectáreas verdes de acceso público, más de la mitad de la población se transporta en bicicletas y las aguas de su puerto son tan limpias que los ciudadanos pueden bañarse en éstas. En Ámsterdan, las bicicletas superan el número de habitantes y se han habilitado miles de metros cuadrados de techos verdes donde las aves pueden anidar. Estocolmo cuenta con un sistema de transporte público sin combustibles fósiles. Berlín está poblada de parques y jardines. San Francisco es un modelo de verdor y políticas medio-ambientales. Vancouver es la ciudad con menos emisiones de CO2 en el continente americano. Portland es una de las ciudades más ecológicas de Estados Unidos. Y siguen otras ciudades que han asumido con compromiso un orden urbano respetuoso de los valores ambientales.

A Barranquilla le falta muchísimo para que la bicicleta se convierta en un masivo artefacto de transporte público, empezando porque carecemos de la  infraestructura adecuada para ello. El automóvil sigue siendo el caótico protagonista de la movilidad y la bicicleta es un medio absolutamente marginal. Tenemos un transporte público que intoxica y el Transmetro en crisis es un desastroso modelo de empresa.

En incremento de espacios verdes hay mucho por hacer. Si queremos que los barranquilleros lleguen a disfrutar de centenares de hectáreas de zonas verdes tendremos que mirar qué hacemos. Hay que revisar el plan de arborización del billón de pesos. ¿Cómo va eso? Debemos corregir torpezas como la pésima intervención realizada en el Jardín Botánico. Hay que ver también qué decidimos con las basuras. Una ciudad limpia es una tarea gigante por cumplir. Y no puede quedar por fuera el tratamiento a las aguas residuales.

Un acuerdo por una Barranquilla verde implica amar más a la naturaleza que al cemento. Significa que en nuestros afectos, los árboles deben superar en jerarquía a la arcilla y la caliza. Líderes y ciudadanos necesitamos más conciencia ambiental.

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