Por Horacio Brieva
El senador José David Name Cardozo se ha puesto al frente de la cruzada para que el aeropuerto Ernesto Cortissoz retorne – a partir del primero de marzo de 2012 – a las manos de la Aerocivil. La semana pasada expidió esta navideña declaración: “Despido el 2011 teniendo la certeza de que cesará la horrible noche para el Aeropuerto Internacional Ernesto Cortissoz de Barranquilla”. ¿Por qué el senador Name Cardozo está liderando esta lucha si lo que está ocurriendo es que la Aerocivil – en desarrollo de una política de Estado – está entregando en concesión los aeropuertos, como los de Bucaramanga, Cúcuta, Valledupar, Santa Marta, entre otras ciudades? Como dicen los investigadores, yo tengo mi hipótesis de trabajo.
Hay que recordar que a finales del segundo cuatrienio del presidente Uribe, un grupo de la ciudad, en el que figuraba la familia Name, empezó a animar la idea de un mega aeropuerto entre Cartagena y Barranquilla que tenía dos problemas de arrancada: 1) ponía en peligro la especie del Tití Cabeciblanco, y 2) no correspondía a una real demanda de pasajeros a juzgar por la evidente desocupación que muestra el Ernesto Cortissoz; la mencionada obra era, por tanto, un embeleco que significaba en realidad una magnífica oportunidad para contratar, y al gobierno de Uribe le permitía convertir el aeropuerto en base militar en el marco del acuerdo entre Colombia y Estados Unidos (que luego se cayó porque el presidente Juan Manuel Santos optó por no validarlo en el Congreso de la República como lo exigió la Corte Constitucional).
El senador Name Cardozo no les perdona a los gremios económicos – con los cuales su familia ha mantenido una larga e irreconciliable disputa – que no le jalaran a la idea del mega aeropuerto. Y acusa a los gremios, a los que el congresista denomina despectivamente como ‘el cartel del suero’ – porque algunos dirigentes privados provienen de las sabanas de Bolívar, Sucre y Córdoba -, de haber manejado mal el aeropuerto.
No voy a defender a la empresa que hoy administra el Ernesto Cortissoz porque ella tiene su vocero y sus asesores en comunicaciones, pero sí creo que acerca de su gestión se han dicho cosas que no son rigurosamente ciertas. Se ha afirmado, por ejemplo, que la pista se ha deteriorado por culpa de Acsa, escondiendo el hecho de que el mantenimiento de ésta es tarea de la Aerocivil. Se ha cuestionado la tasa aeroportuaria de Barranquilla que es hoy de 84 dólares, pero no se dice que la de Cartagena es de 85 dólares, y no obstante su aeropuerto seguirá concesionado. Se ha sostenido también que la desocupación del Ernesto Cortissoz es responsabilidad de Acsa, cuando en verdad es problema del comportamiento del mercado. Hasta el tema del parqueo se ha traído a cuento: no se ha dicho que si bien el parqueo transitorio es alto, resulta más económico para quien viaje a cualquier destino nacional dejar el carro todo el día en el parqueadero. Pero claro: para derrotar a Acsa había que llenar el debate de inexactitudes. Y la han presentado como una entidad incompetente, escondiendo también el hecho de que su socia es Aena, la empresa mundial más respetada en la operación de aeropuertos. A su cargo están el de Londres y el de Barajas.
Se ha omitido otra verdad: que cuando Aerocivil entregó al sector privado el Ernesto Cortissoz éste estaba de capa caída. Ahora: no se trata de negar las deficiencias del concesionario, pero Aerocivil ha reconocido que éste ha cumplido con el contrato. Que la concesión debería ser más beneficiosa para el Estado, es otra cosa. Acsa no tiene la culpa de que el contrato hace quince años se pactara en los términos de entonces. Dos o más años de Aerocivil huelen a riesgo de politiquería en el aeropuerto. Inquieta que el senador Name Cardozo ande tan dichoso con el final de la concesión. Licitación ya! es la salida.
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