La elección presidencial de 2022 fue en realidad un pulso entre uribismo y santismo. Para ganarlo, Juan Manuel Santos en su juego de póquer contempló varios naipes: Alejandro Gaviria, Sergio Fajardo y Gustavo Petro.
Roy Barreras, que se confiesa santista sin rodeos vergonzantes y representante del centro liberal en el Pacto Histórico, fue determinante en la estrategia que llevó a Petro a la Casa de Nariño y uno de los primeros en desembarcar en la campaña. Después llegaron otros santistas destacados como el hoy ministro del Interior, Alfonso Prada, quien fue fundamental en la jefatura de debate.
Sin el apoyo decisivo del santismo, el triunfo de Petro habría sido imposible porque la primera vuelta reveló que los votos de Rodolfo Hernández y Federico Gutiérrez superaban los de Petro. Así pues que la elección presidencial se puede interpretar como un triunfo del santismo sobre el uribismo. Y seguramente en 2026 el santismo intentará obstruir el retorno presidencial del uribismo, para lo cual el Pacto Histórico podría serle útil dependiendo de la popularidad de Petro.
La estrategia del santismo implica subordinar al progresismo y en eso Barreras es clave. En los sectores más radicales del Pacto Histórico tiene resistencias, pero Petro lo necesita. Barreras es lo que Borges habría llamado un cínico inteligente. Y en política – ¡sobre todo en política! – un cínico inteligente sirve más a los fines del poder que un tonto honrado.
No me atrevo a afirmar que Barreras será la carta presidencial del santismo en el Pacto Histórico, pero hoy cumple una importante doble función en la que se le percibe jugando astutamente a dos bandas: le garantiza a Petro las mayorías en el Congreso y ejerce de contrapeso interpretando a los sectores del país que no comulgan con la totalidad de las reformas esenciales del Gobierno.
Barreras podría marcharse del Pacto Histórico, pero esa ruptura dudo que le convengan a Petro y al Pacto. Petro lo sabe. Por eso no vaciló en apoyarlo a la presidencia del Congreso. Ahí necesitaba a un político de sus agallas y mañas. También lo necesita en las elecciones de octubre para ganar gobernaciones y alcaldías porque el petrismo hoy es deficitario en liderazgos regionales electoralmente competitivos. Incluso en Bogotá no la tiene fácil.
Tampoco para las presidenciales de 2026 tiene el petrismo opciones propias muy claras. Se dice que Verónica Alcocer podría ser una carta, pero probablemente se vería como nepotismo. La Primera Dama tiene unos ojos azules preciosos, es bella, baila y abraza al pueblo, pero tendría que proyectar otra faceta seductora: talento para dirigir el Estado.