Qué quiere y necesita la ciudad (IX)

POR: HORACIO BRIEVA M.

Los habitantes de una ciudad son más importantes que los edificios, que las calles, que los carros. Barranquilla somos –principalmente– los hombres y las mujeres que poblamos esta urbe caribeña. Dicho esto, retomo un planteamiento básico que formulé en las ocho columnas anteriores de esta serie que hoy prosigo: en Barranquilla tiene que emerger una ciudadanía libre, informada, responsable, protagonista y dueña de su propio destino y determinante en las decisiones públicas, que no se deje manipular ni usar electoralmente como juguete de mezquinos y grupistas intereses de poder.

Parte de esa ciudadanía libre existe ya, pero hay que potenciarla vinculando a los jóvenes y a las mujeres que desconfían de la política. Esto, desde luego, implica una formidable transformación cultural que involucra una visión democrática moderna, partidos, líderes y administraciones distritales que asuman esa visión. Y pensaría que debemos comenzar agendando con total convicción el tema de la cultura ciudadana, hoy relegada a un último lugar en nuestras prioridades públicas.
A la formación de ciudadanía no le estamos invirtiendo lo que se requiere para producir profundos cambios en el comportamiento colectivo. Por eso, mucha gente daña los bienes públicos, arroja la basura a la calle y los arroyos, conduce demencialmente, coloca música a volúmenes escandalosos, saca los perros a los parques a orinar y defecar, camina imprudentemente por las calzadas e invade las calles para sus fiestas o partidos de bola de trapo. Tales conductas se asumen como algo normal.

El que viene de ciudades organizadas y disciplinadas se impacta con este despelote barranquillero hasta que tal vez decide adaptarse a nuestra realidad. O no regresar.

Hay que cambiar. No puede alegarse la idiosincrasia ni escudarnos en que así somos y nadie podrá cambiarnos.  Bogotá, con Mockus, cambió, pero hubo que invertir plata. En la alcaldía 1995-1997, Mockus invirtió decenas de miles de millones de pesos en la apuesta. Y los resultados se vieron.
Desde luego, la construcción de cultura ciudadana exige que facilitemos las infraestructuras que hacen más amable la vida de una ciudad. Necesitamos más parques. En el suroccidente, por ejemplo, tenemos muy pocos y apenas empezamos a hacer uno del tamaño importante de El Bicentenario, gracias a que el padre Cirilo consiguió el lote y comprometió a la Alcaldía. Necesitamos andenes amplios por donde puedan circular cómodamente los niños, ancianos y discapacitados.

Necesitamos canchas para practicar los distintos deportes y canalizar el talento desperdiciado. Necesitamos bibliotecas, casas de cultura y salones comunales para los eventos públicos y familiares. En los barrios populares hay mucho billar, alcohol y droga: a los pelaos hay que mantenerlos ocupados. Lo que estoy planteando tiene que ser un componente fundamental del próximo Plan Distrital de Desarrollo y tener significativas asignaciones en los presupuestos de 2016 a 2019. Construir ciudadanía es construir ciudad. No podemos apostarle sólo al cemento para que se llenen los contratistas.

@HoracioBrieva

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here