El miércoles pasado, el colega Jorge Cura, en una entrevista, me preguntó en qué momento estábamos en el debate con Argos y si veía posibilidades de que este grupo cediera a la presión por sus intervenciones urbanísticas en Puerto Colombia y Barranquilla.
Ante todo, debo decir que este debate, fundamentalísimo por sus implicaciones ambientales y urbanas, tiene como contraparte a uno de los conglomerados empresariales más poderosos del país. De modo que retar a este gigante económico no es un divertimento escolar. No basta la honda de David para contener a este Goliat del capitalismo colombiano.
El debate con Argos es un tremendo pulso de poder que solo podrá inclinarse a favor de Puerto Colombia y Barranquilla si ocurren varias cosas.
Lo primero que debe suceder es que siga creciendo la pila. Y en costeñol significa que más voces influyentes y comunes y silvestres se integren a la discusión.
Destaco que muchísimos ciudadanos siguen con atención este tema. Las redes sociales han sido un termómetro para medirle la temperatura a la polémica. Argos seguramente confía en que la controversia se diluya para proseguir, sin pausa y sin resistencia, su proyecto urbanizador de aniquilación ecológica. Qué es lo que no debe pasar.
Unos concejales de Barranquilla han hablado de revisar y ajustar el POT 2014. De ese POT se agarra Argos para justificar el proyecto habitacional Portal del Norte cercano a Tecnoglass y Monómeros, argumentando que está permitida la cohabitación armoniosa entre industria y vivienda en ese suelo urbano que antes sirvió de cantera.
¿Lo que han dicho los concejales lo está pensando también el alcalde Alejandro Char o tiene otro punto de vista? Por supuesto, en la revisión del POT no puede haber más intromisión indebida del actor que ostenta el monopolio de la tierra urbana y de expansión. De eso hablaré en la próxima columna.
Hasta ahora, Argos no se ha movido un milímetro de su inflexibilidad. Por eso es importante que más voceros institucionales anuncien su disposición de revisar las normas que le han favorecido. De la CRA se esperaría una intención explícita de ajuste del Pomca Mallorquín 2017.
De la alcaldía de Puerto Colombia es deseable un compromiso de revisión del PBOT. De las ministras de Ambiente y Vivienda convendría conocer su opinión sobre el ecocidio de Argos y sus proyectos VIS. Ayudaría mucho, asimismo, una actuación de los organismos de control.
Este debate no ha concluido. Su colofón es que en Barranquilla y su entorno el desarrollo urbano sea absolutamente respetuoso de lo ambiental. Y eso no es de boquilla, inclusive pactándolo. Es para cumplirlo al pie de la letra.