LA PELÍCULA DE CIUDAD MALLORQUÍN

Para anticiparse a mayores críticas futuras, sobre todo después de los ruidos generados por Alameda del Río, Argos se ha trazado acciones obligadas de mitigación en Ciudad Mallorquín, pero nada de eso nos podrá devolver el devastado bosque seco tropical a su verde original con su fauna variada. Y al urbanizarlo acabaron con la zona de amortiguación de la ciénaga de Mallorquín.

El domingo 17 de septiembre, EL HERALDO publicó una entrevista de Érika Fontalvo, directora general del diario, a María Clara Aristizábal, gerente de desarrollo urbano del Grupo Argos.

Hace algún tiempo comenté de una cordial conversación con María Clara, donde yo plantee mis reparos al proyecto y ella lo defendió.

En la entrevista, la directora general de EL HERALDO dice: “Claramente esa zona fue deforestada para dar paso a este desarrollo urbano. El análisis que muchas personas hacen es: ¿compensa ese impacto con la solución de vivienda?”. María Clara responde: “Somos conscientes de ese análisis que salta a la vista. Antes era una zona verde y hoy no lo es, pero hay que pensar en que lo que vemos actualmente es una foto temporal y no la película. En unos años ese va a ser un corredor verde nuevamente”.

Para anticiparse a mayores críticas futuras, sobre todo después de los ruidos generados por Alameda del Río, Argos se ha trazado acciones obligadas de mitigación en Ciudad Mallorquín, pero nada de eso nos podrá devolver el devastado bosque seco tropical a su verde original con su fauna variada. Y al urbanizarlo acabaron con la zona de amortiguación de la ciénaga de Mallorquín. Si este arrasamiento con fines mercantilistas no es un crimen ecológico, ¿entonces qué es?
Argos puede decir que ese bosque seco tropical le pertenece y que lo está usando para demanda de vivienda nueva. Es cierto. Tiene la propiedad de esas tierras.

El punto es que ese bosque seco tropical no hubiese podido ser convertido en zona de expansión urbana sin la calculada modificación del Plan de Ordenamiento de la Cuenca Hidrográfica de la Ciénaga de Mallorquín. Cambiado el Pomca, Argos pudo convocar a sus aliados constructores para hacer Ciudad Mallorquín. Por supuesto, la alcaldía de Puerto Colombia tuvo que haberles aprobado servicialmente el Plan Parcial. Agreguemos que la resistencia al proyecto ha sido débil porque no tenemos un beligerante movimiento ambientalista.

En medio de esta aparente resignación frente al ecocidio de Ciudad Mallorquín, resulta muy estimulante que un respetado hombre público como Gustavo Bell se haya pronunciado con un valeroso y lúcido análisis ambiental en la revista digital Contexto, donde escribió este párrafo que destaco: “Hace poco el columnista de EL HERALDO, Horacio Brieva, llamaba la atención sobre el mismo tema aquí tratado. Y se lamentaba de que no era mucho lo que su columna, ‘El caos de la expansión urbana’, pudiera hacer al respecto. Con esta son dos, esperemos que ellas se multipliquen. No podemos ir a un desastre anunciado con los ojos abiertos…es hora de despertar y encarar esa realidad”.

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