La doble postura de la Iglesia Católica

Admiro a Monseñor Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal, uno de los prelados de la Iglesia Católica  más comprometidos con la búsqueda de la paz y uno de sus líderes más respetables. Pero por muy diplomático que haya sido el lenguaje que usó en un reportaje al diario El Tiempo, donde justifica la conducta de la Iglesia en la coyuntura plebiscitaria del 2 de octubre, no se entiende la neutralidad que la Iglesia adoptó frente a una decisión tan transcendental para el futuro del país.

Sobre todo si se tiene en cuenta que el papa Francisco había invitado a votar por la paz, y creo que esa era una señal a favor del ‘Sí’, pues un triunfo del ‘No’ significaba, como está ocurriendo, conducir el proceso de paz con las Farc a un limbo peligroso que podría desembocar en un reavivamiento de la confrontación armada.

Si estaba claro que el Acuerdo Final no contiene ninguna alusión a la denominada ideología de género, ni había otros componentes de este Acuerdo que rechazara la Iglesia Católica, ¿por qué entonces optó por la neutralidad frente al plebiscito?, ¿acaso no era más coherente que la Iglesia se casara abiertamente con el ‘Sí’? Es evidente que hubo unas razones ocultas en la actitud de la Iglesia que no afloran en el reportaje a monseñor Castro.

En cambio, la postura de las iglesias cristianas no católicas era más entendible; estas, presas de un fanatismo casi yihadista, salieron a votar por el ‘No’ convencidas de que los acuerdos de La Habana habían sido cocinados en los calderos de la santería y la brujería.

Lo alentador  y positivo, sin embargo, en el nuevo mensaje de la Iglesia, expresado por monseñor Castro, es que se une al clamor nacional en favor de un acuerdo ya manifestado en las movilizaciones sociales de los últimos días.

Sin embargo, el escenario no está fácil.  En una entrevista que acaba de hacerle Daniel Coronell a ‘Iván Márquez’, este revela que aunque las Farc siguen firmes en su propósito de sacar adelante el proceso de paz, no aceptan los puntos exigidos por el uribismo sobre elegibilidad política y justicia transicional. Son posturas irreconciliables.  De ahí el riesgo de que el proceso se rompa. Lo que sería lamentable, pues es la primera vez en sus 52 años de lucha armada que las Farc demuestran tener un verdadero compromiso con la paz. Se nota que cambiaron, en los cuatro años  de negociación con el Gobierno, su lenguaje y su actitud. No son los mismos guerrilleros belicosos y altaneros de antes. Pero si les tocara regresar a la guerra, porque no les permitieron entrar a la legalidad democrática, quedaría la percepción en la comunidad internacional de que la culpa no fue de las Farc.

Esta incertidumbre tal vez se hubiese podido evitar si la Iglesia Católica no se declara neutral en el plebiscito, consintiendo que algunos obispos y sacerdotes invitaran a votar por el ‘No’.

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