En el sector La Playita, a orillas de la ciénaga de Mallorquín, en el corregimiento de La Playa, hay un letrerito en madera colgado en un árbol con la frase: ´Revolución ecológica´. Lo que ha acontecido en este ecosistema es una contrarrevolución ecológica. A lo largo de décadas, la ciénaga ha arrastrado con una tragedia ante la indiferencia de las autoridades ambientales nacionales, departamentales y locales.
Consulté sobre el tema a una autoridad científica. El doctor Iván León Luna, profesor de la Universidad del Atlántico, biólogo de pregrado y PhD en Oceanología y Geología de Costas de la Universidad de Vigo, España.
El doctor León conoce como la palma de su mano esta laguna costera estuarina. “La ciénaga de Mallorquín, dice él, es el activo ambiental más importante de Barranquilla porque posee gran valor ecológico, biológico, socioeconómico y estético”.
Hay quienes evocan la ciénaga de Mallorquín por su extensión y biodiversidad. Hoy se ha reducido por la ocupación irregular de sus orillas y el retroceso de la barra de arena. Ha perdido profundidad por la elevada carga de material sedimentario que le depositan el arroyo León y el río Magdalena. Y recibe los lixiviados (sustancias líquidas) del antiguo basurero de Las Flores y contaminación por metales pesados.
A este cuadro de depredación de la ciénaga de Mallorquín se añaden las intervenciones en su área de amortiguación que han arrasado una porción del bosque de manglares y los relictos de bosque seco tropical. De tales daños, citamos como ejemplo la Circunvalar de la Prosperidad con un separador criminal que rompió la conexión por tierra entre la ciénaga y el predio El Pajonal donde se construye Ciudad Mallorquín. La vía afectó la circulación de la fauna, masacrando gran parte de la población de cangrejos y reptiles.
La actuación de la Alcaldía de Barranquilla en la ciénaga de Mallorquín se ha hecho al revés. Siguiendo la tradición de ignorar a los científicos como el doctor León, no comenzaron por ajustar los planes de ordenamiento del territorio garantizando la conservación del ecosistema; por resolver la cuestión del tratamiento de las aguas residuales vertidas al arroyo León y el río Magdalena que contaminan la ciénaga; por frenar las invasiones y reasentar las poblaciones que habitan sus orillas, y por hacer periódicamente dragados eficientes. Se les ocurrió principiar por una costosa infraestructura turística, un costoso tren y otras obras costosas.
Sé que no resulta encantador que se digan estas cosas. Pero es inevitable que hablemos de esta contrarrevolución ecológica sucedida ante nuestros complacientes ojos.